martes, 20 de septiembre de 2011

Estado y Procesos Sociales I : Diagnóstico Latinoamericano que no coincide con México.

Pensando y re-pensando, discutiendo y analizando, es verdad ... alguna vez mi país, México, se ostentó como líder natural y referente económico, político y social en América Latina, ¿actualmente? , es difícil pensar en un recorrido por la realidad mexicana que incluya la palabra "liderazgo" o "vanguardia". 
Lejos ha quedado esa percepción para dar paso a la de la inmovilidad, el estancamiento y el rezago.
La idea me surgió durante mi clase "Estado y Procesos Sociales" de la maestría PLANGESCO de la UNLP en Argentina, mi salón es netamente latinoamericano, lo conformamos gente de países como Colombia, Chile, Venezuela y Argentina por supuesto, y en general las discusiones giran en torno a la problemática social desde diferentes dimensiones y perspectivas.
Analizando las transformaciones del Estado y la sociedad civil en América Latina, surgieron coincidencias con respecto a los problemas estructurales que sufren nuestros países: pobreza, informalidad económica, desigualdad, problemáticas juveniles, concentración de recursos, problemas relacionados con los centros urbanos (vivienda, hacinamiento, adicciones, etc.), violencia intrafamiliar y la debilidad de la sociedad civil y/o organizaciones sociales. 
Otro tipo de coincidencia se proyecta cuando analizamos los modelos económicos y políticos más importantes del siglo XX: el populismo, el estado social y el neoliberalismo, facetas que sin duda han marcado el México de ayer y hoy. 
Y es precisamente hoy...que algo no parece coincidir con el ritmo latinoamericano, un movimiento que tiene que ver con una especie de "reconciliación sui generis" entre el Estado y el Mercado, que se acompaña de negociaciones y acuerdos en lo fundamental para el progreso. 
Una transformación que países como Brasil, Argentina, Chile y Perú (entre los principales) han llevado a cabo a lo largo de la última década (años que por cierto el Estado Mexicano no ha aprovechado en lo más mínimo para avanzar en asuntos urgentes). 
Es por lo mismo que sostengo que el diagnóstico de mi clase, en el que se reconoce el aprovechamiento de coyunturas para realizar reformas, no coincide con México, pero es evidente la añoranza de un Estado fuerte (no autoritario). 
Esta es una promesa que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha sabido explotar de cara a las elecciones en 2012. Un partido añejo y desgastado por sus propios vicios que ha sabido inteligentemente encontrar la grieta en el deseo de una población herida, que al parecer sigue pensando que estábamos mejor cuando estábamos peor.



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